Me encontraba de regreso en el piso de cuidado intensivo después del procedimiento de cateterismo. Las enfermeras me reconectaron a todos los cables de telemetría y me suministraron todos los medicamentos necesarios. Con toda amabilidad y cuidado se esforzaban por hacerme sentir cómodo.
A través del firme vendaje en la muñeca izquierda, con una cuña de yeso como el que utilizan para las fracturas, podía percatarme del trabajo meticuloso y perfeccionista del cardiólogo, el doctor Garcia. Sin embargo, sentía un intenso dolor desde el pecho que bajaba por el brazo y se intensificaba en la muñeca y la mano. La enfermera me miró y como descifrando el dolor que sentía, me dijo en su dulce y reconfortante tono de voz “en breve le aplicaremos más medicamento para el dolor”.
A pesar del procedimiento
me sentía lucido, fuerte y animado. Una vez se pasó por completo el efecto de la
anestesia, decidí grabar una serie de videos para mi familia y amigos acerca de
cómo me sentía. Les comenté acerca de lo exitoso del resultado.
Al día siguiente, me retiraron el vendaje y me sentaron en una silla. El dolor era aún bastante intenso. Me explicaron como el introducir el catéter por la arteria desde la muñeca hasta el corazón, causaba una irritación y algunos derrames que eran dolorosos. La enfermera se preparaba para conducirme al baño y acomodaba los kilométricos cables, así como las mangueritas de suero y el oxígeno. En ese momento el dolor en la muñeca se intensifico y me hizo inclinar el rostro hacia la pequeña herida y la inflamacion.
Dios ponía en mi mente las palabras” dos manos, dos manos”; sentí un profundo estremecimiento con dolor en mi pecho y en todo mi ser, las lágrimas quisieron brotar de mis ojos y de muevo vinieron a mi mente las palabras” sus dos manos”. La enfermera se encontraba a mi lado desenredando la maraña de cables y mangueras. De repente, de mis labios brotaron las palabras” Sus dos manos. A mi solo me pusieron un catéter y a Cristo dos enorme clavos en sus manos”. Ella se quedó completamente inmóvil y de su boca salió un conmovido “amén”. “Lo hizo por mí y por ti. Por amor” le dije, mirando mi muñeca. Ella me miro a la cara y me regalo una dulce sonrisa. Los dos nos quedamos unos segundos en silencio e inmóviles; profundamente conmovidos mirando la llaga en mi amoratada e inflamada muñeca. En ese momento le mencioné como la historia indica que en realidad Cristo fue crucificado con clavos en su muñeca, no en la mano. Ella asintió con la cabeza, me colocó la mano en un hombro y con los ojos húmedos y me dijo,” Si, por amor”
Comprender el
significado de la semana Santa va más allá de no comer carne o ir a la iglesia una
sola vez al año. Dios dió a su único y amado hijo por amor a ti. Para el perdón
de tus pecados y rebeliones. Así de grande es su amor por cada uno de nosotros.
Esta es la esencia de la Semana Santa: La muerte de Cristo por amor a ti y su resurrección
para cumplir sus promesas de salvación y vida eterna.
Si aún no le has
entregado tu corazón a Cristo, solo debes acercarte a Él con un sincero arrepentimiento
por tus pecados y rebeliones, reconocerlo como tu salvador y pedirle que
escriba tu nombre en el Libro De La Vida. Bendiciones para ti y tu familia en
esta Semana Santa.
5 Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Isaías 53:5
Reina-Valera 1960
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