Los seres humanos nacemos
con una venda en los ojos que nos impide ver la verdad. La mayoría de las veces
somos educados bajo la influencia de una sociedad con valores egoístas dirigidos
a
satisfacer nuestros propios deseos. Todo siempre bajo una imperfecta lógica humana
enfocada en exaltar al hombre por si mismo.
Nacemos ciegos y en
tinieblas ante una verdad muy por encima de esta visión egocéntrica la cual nos
lleva a hablar medias verdades. Nos vanagloriamos de los grandes logros humanos
en ciencia, tecnología, medicina y todo aquello que nos exalta como especie.
Hablamos de nuestro limitado conocimiento de la mente humana pero somos mudos
para poder hablar de verdades absolutas y eternas.
Solo cuando colocamos a Dios
en el lugar correcto como centro de nuestras vidas, y le damos todo el honor,
gloria, alabanza y tenemos fe en su hijo Cristo, es cuando comenzamos a
entender un poco de la verdadera sabiduría e inteligencia que no proviene del
hombre, sino del temor reverente a Dios. En este momento el que era mudo
comienza a hablar con inteligencia y el ciego puede ver la verdad.
(MATEO 09 : 28 - 29 ) Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos;
y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.
Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme
a vuestra fe os sea hecho.
Y los ojos de ellos fueron abiertos.
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