Nos encontrábamos en
espera del inicio de una de las actividades para repartir comida, ayuda y Palabra
en la Plaza de la Juventud de Caguas por motivo del día de Acción de Gracias.
Lo mire a lo lejos y el Señor me inquieto para acercarme a conversar con él
.
A simple vista,
parece tener 10 o 12 años menos de sus 45. No muy alto, en una buena condición física,
con una gorra, una chamarra limpia, aseado y con su “backpack” en la espalda. Su
imagen tiene un reflejo de los que han caminado con el Señor la cual no se
pierde. Con un tono amable y educado respondía a mis palabras. Solo al conversar más con él, comencé a
percibir el olor a cerveza.
Cuando
empezamos a hablar del evangelio, me di cuenta de sus respuestas con
conocimiento de la Palabra. Entramos mas en confianza y se animo a sacar de
debajo de su brazo la bolsa de papel con una cerveza sin terminar. Eran las 8
de la mañana.
Al tocar el
tema de el alcohol y las adicciones, me dijo “no soy alcohólico, pero me gusta
el alcohol” Después de unos momentos, me miro y me dijo, “sé que quieres que
tire esta lata” yo solo le respondí “
la decisión es tuya querido, no mía, pero si la tiras ahora puede ser un buen
comienzo”. Miro la lata después de darle un sorbo y se dirigió hacia la basura
y arrojo lo que le quedaba.
Le pregunte
la razón por la cual se había alejado de la iglesia, su respuesta es una que
escucho en repetidas ocasiones: “Empecé a ver cosas dentro de la iglesia, rechazo
y preferencia de acuerdo con la cantidad del diezmo y el incorrecto manejo de
algunos fondos”. Le comenté que ninguna iglesia es perfecta, los pastores también
son imperfectos y esta dentro de nuestra naturaleza equivocarnos y desobedecer
a Dios; sin embargo, los verdaderos pastores llevan una pesada carga y tienen
una gran responsabilidad ante Dios. Por eso le recordé la importancia de agradecer
y orar por ellos, siempre con la mirada fija en el Señor y su Palabra.
Pude
percibir su atención y un cambio en su rostro el cual se lleno de tristeza y
añoranza por lo que había dejado atrás. Le recordé como el Señor siempre esta
dispuesto a recibirnos de nuevo con sus brazos abiertos y se alegra cuando un
hijo regresa arrepentido al camino. El quebranto en su rostro se hizo mas
evidente, y le pedí si me permitía orar por él, a lo cual accedió de buena
manera con una mirada de súplica. Coloque mis manos en su pecho y espalda y
comenzamos a orar. En un momento el joven Pastor Héctor se unió a la oración.
Orlando se mantenía
con los ojos cerrados y la cabeza baja, coloque mi mano sobre su nuca y
comenzamos a clamar por su alma para Cristo y para que volviera al camino. Al
terminar, Pastor Héctor le dirigió unas palabras y ambos le dimos un abrazo., Conmovido
por el Espiritu Santo, con los ojos llenos de lágrimas lo devolvió afectuosamente.
La actividad
continuó y al formar un círculo de oración entre los miembros de la Iglesia y
los indigentes, le extendí mi mano para que se integrara, el acepto de muy
buena gana con una sonrisa, me tomo de la mano y levantamos la oración. Al
despedirnos, pedí de corazón al Señor que esta oveja regresara al rebaño de nuestro
Padre, pude ver un hombre que ha pasado duros momentos, pero aun con el amor a
Dios en su corazón.
Como Iglesia,
Cuando ministramos, predicamos y oramos por otros no solo debemos interceder
por los que no creen, también por los que se alejaron. Vivimos tiempos de apostasía
y los debemos animar a volver.
Como
sociedad, creyente o no, tenemos la responsabilidad de comprender y ayudar a
los menos
afortunados por medio de la unión de esfuerzos de forma honesta,
comprometida, eficiente y coordinada.
Bendiciones.
Isaías 58:10 Reina-Valera
1960 (RVR1960)
10 y si
dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas
nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía
#15minutos
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