Wednesday, December 25, 2019

Calles vacías en navidad.




El día de hoy salí hacia el trabajo temprano por la mañana (si, me tocó en navidad) al empezar a descender por la carretera 172, pude ver a lo lejos un hombre que caminaba por el lado opuesto del camino. Al acercarme, me hizo señas para pedir que lo llevara.

Mi esposa me ha dicho que no es seguro, ella sabe que siempre que me encuentro a alguien lo llevo. Todas las ocasiones han sido personas que tienen alguna necesidad o urgencia. Desde uno que otro que tomó alcohol de más, un adicto que necesita un “pon” y hasta personas que solo pudieron llegar hasta ese lugar después de regresar de los Estados Unidos. Siempre ha sido una ocasión para ayudar y orar con estas personas y de una u otra forma hacer que vuelvan su rostro al Señor. Esta ocasión era la misma historia.

Se subió al auto, me agradeció y me dijo si lo podía acercar al hospital Menonita; lo habían llamado para avisarle que su esposa estaba ahí en urgencias. Luis es un hombre de piel curtida por el sol, con un gran tatuaje en el cuello y unas manos rudas y ásperas resultado de algún trabajo rudo. Su hablar tiene los rastros del inglés, de una persona que vivió un largo periodo de tiempo en los Estados Unidos.

Al preguntarle que había sucedido, su historia fue la siguiente: Me contó que había vivido en los Estados Unidos más de 20 años, su esposa es americana y como nunca habían visitado Puerto Rico. Luis decidió traerla de paseo a Cidra, su pueblo natal. Después llegó el huracán María y se vieron obligados a quedarse. Me explicó que vive en su casa, pero que, desde hace unos 6 meses, su esposa viajaba constantemente al pueblo de Caguas a “meterse cosas”. Últimamente ya casi no regresaba a casa y que él había decidido dejarla. Al comentarme las características de su esposa, caí en cuenta que la conocí recientemente en uno de los sitios de indigentes que consumen droga.  Sin embargo, no le mencioné nada.

Al llegar al hospital, le hablé del perdón del Señor y el me pidió que cuando me fuera orara por él, a lo que le respondí,” pues vamos a hacerlo de una vez.” El accedió con gusto y empezamos a orar hasta que se empezó a agitar tocado por el Espiritu Santo. Al terminar simplemente me miró con agradecimiento, me estrechó fuertemente la mano y me dio las gracias.  

Aquí no termina la historia. Al retomar mi camino, llegué a un semáforo en donde todos los días veo a José, uno de los indigentes con adicción a quien siempre le doy agua o una manzana. Solo que el día de hoy no tenia la una ni la otra, desesperado empecé a buscar algo que darle. Se acercó a mi auto y pude ver la sed en su rostro, con un gesto me pido agua, solo pude mover la cabeza y decirle que no traía, sin embargo, vi que la mujer del auto junto al mío, le dio algunas monedas, saco un vaso con agua de algún “fast food” y se lo entregó. José se puso contento y se movió hacia otro auto.

Sentí un gran alivio y le di gracias al Señor por el agua, le hice un gesto de agradecimiento y abrazo a la señora quien iba con su hijo adolescente y levanté mi pulgar en señal de aprobación. Ambos se reían y me devolvían el saludo. Desde su lujosa y costosa guagua, se despidieron de mi con frenéticos movimientos de mano. Pude ver en su rostro la satisfacción de haber hecho algo por quien no tiene nada.

Las calles vacías no estaban “tan” vacías; unos semáforos más adelante me encontré a otro hombre con problemas de adicción pidiendo dinero.  Después de esto, el Señor volvió a colocar mi perspectiva de la navidad en el lugar correcto. Cristo, quien es el hijo de Dios, nació en un humilde pesebre, lo hizo de esa forma para recordarnos que un corazón humilde es todo lo que se necesita para seguirlo. Solo con un corazón como el suyo, podemos ser más a su imagen y semejanza, para mostrar por medio de las acciones y de nuestros frutos como Cristo mora en nuestro corazón para ser luz, consuelo y ayuda para los menos afortunados y los que caminan en la oscuridad. Esta es la mejor forma de honrar su nacimiento.


Si aún no conoces a Cristo, te invito a que lo hagas, conocerás el camino la verdad y la vida. El nació para morir por nosotros. Celebremos el día del nacimiento del hijo de Dios.


Monday, December 16, 2019

Historias de adicción:Orlando




Nos encontrábamos en espera del inicio de una de las actividades para repartir comida, ayuda y Palabra en la Plaza de la Juventud de Caguas por motivo del día de Acción de Gracias. Lo mire a lo lejos y el Señor me inquieto para acercarme a conversar con él
.
A simple vista, parece tener 10 o 12 años menos de sus 45. No muy alto, en una buena condición física, con una gorra, una chamarra limpia, aseado y con su “backpack” en la espalda. Su imagen tiene un reflejo de los que han caminado con el Señor la cual no se pierde. Con un tono amable y educado respondía a mis palabras.  Solo al conversar más con él, comencé a percibir el olor a cerveza.  

Cuando empezamos a hablar del evangelio, me di cuenta de sus respuestas con conocimiento de la Palabra. Entramos mas en confianza y se animo a sacar de debajo de su brazo la bolsa de papel con una cerveza sin terminar. Eran las 8 de la mañana.

Al tocar el tema de el alcohol y las adicciones, me dijo “no soy alcohólico, pero me gusta el alcohol” Después de unos momentos, me miro y me dijo, “sé que quieres que tire esta lata” yo solo le respondí   “ la decisión es tuya querido, no mía, pero si la tiras ahora puede ser un buen comienzo”. Miro la lata después de darle un sorbo y se dirigió hacia la basura y arrojo lo que le quedaba.

Le pregunte la razón por la cual se había alejado de la iglesia, su respuesta es una que escucho en repetidas ocasiones: “Empecé a ver cosas dentro de la iglesia, rechazo y preferencia de acuerdo con la cantidad del diezmo y el incorrecto manejo de algunos fondos”. Le comenté que ninguna iglesia es perfecta, los pastores también son imperfectos y esta dentro de nuestra naturaleza equivocarnos y desobedecer a Dios; sin embargo, los verdaderos pastores llevan una pesada carga y tienen una gran responsabilidad ante Dios. Por eso le recordé la importancia de agradecer y orar por ellos, siempre con la mirada fija en el Señor y su Palabra.

Pude percibir su atención y un cambio en su rostro el cual se lleno de tristeza y añoranza por lo que había dejado atrás. Le recordé como el Señor siempre esta dispuesto a recibirnos de nuevo con sus brazos abiertos y se alegra cuando un hijo regresa arrepentido al camino. El quebranto en su rostro se hizo mas evidente, y le pedí si me permitía orar por él, a lo cual accedió de buena manera con una mirada de súplica. Coloque mis manos en su pecho y espalda y comenzamos a orar. En un momento el joven Pastor Héctor se unió a la oración.

Orlando se mantenía con los ojos cerrados y la cabeza baja, coloque mi mano sobre su nuca y comenzamos a clamar por su alma para Cristo y para que volviera al camino. Al terminar, Pastor Héctor le dirigió unas palabras y ambos le dimos un abrazo., Conmovido por el Espiritu Santo, con los ojos llenos de lágrimas lo devolvió afectuosamente.

La actividad continuó y al formar un círculo de oración entre los miembros de la Iglesia y los indigentes, le extendí mi mano para que se integrara, el acepto de muy buena gana con una sonrisa, me tomo de la mano y levantamos la oración. Al despedirnos, pedí de corazón al Señor que esta oveja regresara al rebaño de nuestro Padre, pude ver un hombre que ha pasado duros momentos, pero aun con el amor a Dios en su corazón.

Como Iglesia, Cuando ministramos, predicamos y oramos por otros no solo debemos interceder por los que no creen, también por los que se alejaron. Vivimos tiempos de apostasía y los debemos animar a volver.

Como sociedad, creyente o no, tenemos la responsabilidad de comprender y ayudar a los menos 
afortunados por medio de la unión de esfuerzos de forma honesta, comprometida, eficiente y coordinada.
Bendiciones.

Isaías 58:10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía
#15minutos

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