Sin importar
los años de nuestra separación, siempre hemos mantenido una hermosa relación de
amistad y apoyo mutuo. No solo nos une una hija, también lo hace el sentimiento
de ser extranjeros y saber que podemos contar el uno con el otro. Ella siempre
ha estado en mis momentos más difíciles y yo en los suyos.
Hace poco más
de un año, el Señor me inquietó acerca de la situación con su diabetes y el
deterioro de sus riñones. Con más de 35 años padeciendo esta condición, en ese momento
su nefrólogo no había siquiera contemplado la posibilidad de una diálisis. A pesar del deterioro de sus riñones, estos aún funcionaban.
Me acerqué a ella y le dije: “ve dando los
pasos para un trasplante de riñón, yo te lo voy a donar”. Su primera reacción
fue de enojo, “¿qué te pasa chico? Olvídate de eso” fué su respuesta. Días después
le repetí lo mismo. En esta ocasión le mencione que el Señor me había inquietado
acerca de esto. Le pedí que solo por saber le preguntara al nefrólogo acerca
del procedimiento y los pasos a seguir. En esa ocasión pude percibir que su reacción
se debía también a un sentimiento de no “hacerme daño a mi” por causa del trasplante.
Semanas después
continuamos hablando acerca del tema y finalmente accedió a preguntar e
iniciamos la búsqueda de las distintas alternativas. Descubrimos que la medicina ha avanzado grandemente en este tipo de procedimientos. Conocimos donantes y
receptores de órganos con una vida plena y saludable después del procedimiento.
Eso le dio más confianza a Rosalba y dimos inicio al proceso en el Centro de Trasplantes del Hospital Español Auxilio Mutuo.
Jamás imaginamos
la cantidad de exámenes médicos a los cuales nos tendríamos que someter ambos. Iniciamos un torbellino de trámites en una montaña rusa de pruebas y
estudios (múltiples muestras de sangre," CT Scan", "MRI", Ultrasonidos, "Stress
Test", internista, nefrólogo, cardiólogo, cirujano, urólogo, psicólogo, neumólogo,
trabajador social, orientación económica, etc.) En todo momento vimos la mano
de Dios obrando dentro del proceso. Todo comenzó de forma estupenda. La atención
en el Centro de Transplantes fue excelente. Bajo la dirección y cuidado de Edmerleen Pérez, nuestra coordinadora de trasplante y el amor y profesionalismo de todo
el equipo de Auxilio Mutuo, los trámites y los estudios fluían de la mano del
Señor.
Nuestra compatibilidad
había resultado positiva, el porcentaje de rechazo era muy bajo y sobre todo mi
salud tenía asombrado a los médicos. Examen tras examen, los resultados eran por
encima de lo esperado. Se espera que un donante tenga una salud mejor al promedio.
La mía estaba resultando asombrosa y muy por encima de lo normal. Cada uno de
los especialistas que me revisaba, no dejaba de hacer comentarios como “guau
estas mejor de salud que yo”, “que hermoso tienes tu corazón”,” tus laboratorios
son de un muchachito de 20 años”, “los resultados de tu química del hígado son
de un bebe”, “tus riñones están perfectamente bien para donación”, “que fuerte
estás” “estas como coco”.
Me sentía tranquilo,
seguro, firme, confiado en mi Dios por el sentir que había colocado en mi corazón acerca
de ser donante. Había empezado una rutina de ejercicios para fortalecer aún más
mi cuerpo, llegar fuerte a la cirugía y tener una pronta recuperación. De
hecho, un día me levanté de la cama y el Señor constantemente colocaba en mi
cabeza las palabras “cuatro días”. Esa mañana teníamos una reunión en el Centro
de Trasplantes de Auxilio Mutuo. Antes de la cita, le comenté a Rosalba acerca
de las palabras “cuatro días” que constamente me venían a la mente. Le dije que
no entendía su significado.
Durante la reunión con la coordinadora de trasplante,
ella nos explicó el proceso de cirugía y de recuperación para cada uno de
nosotros. Cuando nos hablabó acerca del proceso para mi como donante, nos indicó que el típico donante permanece en cama una semana,
pero que en mi caso, con la salud que tenía, afirmó con toda seguridad que EN
CUATRO DIAS ME LEVANTARIA DE LA CAMA. Rosalba y yo nos miramos el uno al otro asombrados y le dije “ahora sé lo que mi Dios me quería decir”.
Hasta ese
momento no tenía duda alguna de que hacía lo correcto. Sentía que Dios estaba
en el proceso. Me había empezado a organizar en cuestiones económicas, de
trabajo, estudios, recuperación física, ministerio, entre otros. Sentía que tenía todas las bases
cubiertas y hasta había empezado a filmar videos del proceso y planeaba
escribir y documentarlo para promover la donación en vida. Me sentía como el héroe
de la película. Sin embargo, el Señor tenía otros planes.
El día de la cirugía se acercaba. Solo faltaban los resultados de unos estudios
definitivos para fijar una fecha probable. Finalmente, los resultados llegaron.
No fueron favorables. Después de innumerables estudios y exámenes, uno solo me
invalidaba como donante del riñón para Rosalba.
Recibí la
llamada del Centro de trasplantes un jueves de septiembre por la mañana. Edmerleen
con su acostumbrada calidez y profesionalismo me dijo que el resultado de la
prueba no era favorable y que de proceder ponía en riesgo la vida de Rosalba. Le
pedí que me lo repitiera de nuevo. Simplemente no podía creerlo y mucho menos
aceptarlo. Ella me explicó que el siguiente martes tendría una cita con un
especialista médico quien me confirmaría la información.
No podía creerlo.
Me decía una y otra vez, “Señor, tú lo pusiste en mi corazón” “todo va muy bien”
“estoy fuerte, saludable, dispuesto” “debe de haber un error”. Me sentí
devastado, abrumado, culpable e incrédulo. Pensaba una y otra vez en la vida de
Rosalba, ¿cómo se lo iba a decir? Decidí esperar a la reunión con el
especialista antes de comunicárselo a ella, “tal vez el médico especialista me
pueda dar otra alternativa” “debe de haberla", me repetía una y otra vez," debe
de haberla”
Atravesé por unos de los peores días de mi vida. Me encontraba en medio de una terrible batalla espiritual en mi trabajo (la más fuerte en mi ministerio), los estudios, los deberes del ministerio, las citas de los estudios médicos, el papeleo, organizar y preparar todo para la cirugía. Estaba siendo probado al máximo y por primera vez empecé a flaquear.
Llegó el día de la cita con el especialista. Solo para confirmarme que no era elegible para ser el donante. Los riesgos eran muy altos para la vida de la madre de mi hija. Durante esos días de espera, se presentaron situaciones que me llevaron más allá del límite con la pesada carga de pensar que no podría dar el regalo de vida a Rosalba. Me derrumbaba y perdía mi norte.
El diseño físico,
mental y espiritual que me ha dado el Señor ha sido una bendición en mi vida y para darle a Él toda la gloria. Puedo dar testimonios de su gracia inmerecida al haber aceptado a Cristo como
mi Salvador y darle mi corazón. Me diseñó fuerte, saludable, amante del deporte, resiliente. Con un espíritu inquebrantable
que siempre me ha permitido enfrentar adversidades y salir adelante. Con
capacidades intelectuales y espirituales para servirle y llevar el evangelio en
situaciones extremas. Con un corazón que lo ama y temeroso de Dios. Siempre
testigo de su protección y provisión sobrenatural en mi vida. Sin embargo,
todos estos regalos, dones y testimonios de mi Dios no me servían en esos
momentos. El sentimiento de culpa me abrumaba. Sentía que había fallado en mi
responsabilidad de dar ese regalo de vida a esta maravillosa mujer.
Llegó el momento de hablar con Rosalba. Le pedí que se sentara para conversar acerca de los resultados y del trasplante. La veía serena, confiada, contenta. Le expliqué cómo mis resultados habían sido excelentes y ella sonreía mientras me escuchaba. Sin embargo, hice una pausa, y le dije” no puedo ser tu donante”. Su rostro de descompuso por unos segundos, pero de inmediato volvió la paz a su rostro mientras me escuchaba. Cuando termine de hablar, sonrió y me dijo las siguientes palabras:
“Tú quieres
que sea a tu manera, pero Dios quiere que sea a la suya. Estoy tranquila porque
sé que Dios me va a dar mi riñón.”
En un
momento comprendí todo de golpe. Me sentí avergonzado conmigo mismo y sobre
todo con mi Dios. Pude entender que no importa cuánto favor de Dios tengamos, dones,
fortaleza, fuerza, salud, capacidades, unción y todo lo demás. Siempre las
cosas van a ser mejor de acuerdo con la voluntad del Señor y no de acuerdo con
lo que nosotros queremos. Su voluntad esta por encima de la nuestra. Él es Soberano y dependemos totalmente de Él, su gracia y su misericordia. Fue un
claro recordatorio de quien está en siempre en control. Simplemente no era yo
el "héroe de la película".
En estos momentos, Rosalba lleva tres semanas que inició su procedimiento de diálisis tres veces por semana. Las primeras sesiones resultaron extremadamente fuertes para ella. Su cuerpo está resintiendo el proceso. Sin embargo, gradualmente se ha ido adaptando. Oficialmente ha ingresado en la lista de receptora de órganos del Centro del Trasplantes del Hospital Español Auxilio Mutuo y nos encontramos en espera de tener acceso a otros programas de trasplante en Estados Unidos.
No nos une un lazo matrimonial o de pareja, pero nos une una hermosa amistad. Ella ha estado conmigo cuando nadie estaba y me ha dado un bello y valioso regalo en la vida de nustra hija María Fernanda. Ahora es mi turno de acompañarla en su proceso manteniéndome cerca y pendiente de lo que el Señor tiene para ella. Continuaremos caminando esta travesía de la mano del Señor con fe, esperanza pero sobre todo con el amor de Cristo y declarando en todo momento el milagro de sanidad para Rosalba.
Gracias y mil bendiciones a todos los que han estado con nosotros, Gracias de corazón.
1 Corintios 13:13
Reina-Valera 1960
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Ser donante de órganos en vida, da la oportunidad de bendecir a otra persona para que continue con el propósito de Dios. Es un regalo de vida.
Centro de
Trasplantes del Hospital Auxilio Mutuo
Edmerleen Pérez
Tejada
Coordinadora
de donantes en vida
787 758
2000 Ext 9085,9042
Cel 787 629
8024
1 Corintios 13 Reina Valera
La preeminencia del amor
13 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Sigueme en:
Twitter @kikegraciaonli
Instagram kikegarciaonline
FaceBook Kike Garcia
ATH Móvil: /Apoyemos
Pay Pal: apoyemospr@gmail.com
PO BOX 8692 Bayamón Puerto Rico 00960 8692